miércoles, 31 de agosto de 2011

De vagabundo a millonario en una tarde

Mi último día en Shanghai empezó con un fuerte resfrío, un pañuelo colgando del pantalón y un tupper con avena de desayuno. La verdad es que no había tenido buenos días en esta ciudad inconmensurable y abrumadora. Tiene todo en gran cantidad y la tranquilidad o la naturaleza perdieron todo el terreno frente al acelerado avance de todo lo demás.
Asique habiendo empezado el día con el ánimo un poco bajo, me puse la mochila al hombro una vez más y me dirigí a la estación para tomarme el tren de alta velocidad a la próxima ciudad: Hangzhou, ahi, me esperaba mi amigo chino Xu Zhong que conocí en Inglaterra hace 6 años.
el tren llegó a los 350 km/h y entre pañuelo y pañuelo, fueron 40 minutos para llegar al lugar.
Bajé del vagón y la inmensidad de la estación me desorientó un poco, tenía varios pisos y todos ellos se las arreglaban para dar a la calle, era bastante extraño; sumado a la lluvia que no paraba de caer y la noche que empezaba a aparecer, la verdad es que no tenía mucha idea de para donde arrancar.
Lo primero que hice fue comprar el pasaje que necesitaba para llegar a Guilin, partiría al día siguiente a las 6 de la tarde, asique tendría un poco más de un día para compatir con mi viejo amigo.
Comprando el ticket me enteré que esa estación en la que estaba no es la que había quedado, asique busqué un teléfono y lo llamé para indicarle donde estaba. Xu Zhong estaba en otra ciudad estudiando y llegaría en unas 4 hs, sin embargo, había enviado a un amigo a buscarme, estaba esperando en la otra estación desde hacía media hora.
Por eeste pequeño desencuentro, tuve que esperar unos 50 minutos hasta que un nuevo amigo llegó y me llevó primero a comer. Luego de comer y mientras esperábamos a Xu Zhong, me invitó a tener un masaje de pies. Me dijo que era típico en China, que era relajante, y que por supuesto sería gratis para mi. Con semejante presentación, no dudé en seguirlo y cuando me di cuenta estaba sentado en un sillón reclinable, con los pies en un balde con agua caliente, mirando la tele, comiendo melón y recibiendo un masaje en la espalda como primera medida.
El siguiente paso fue elevar los pies unos 20 centímetros, y lo próximo fue una hora de un relajante masaje de pies mientras seguía comiendo melón y tomando un té para acentuar el momento relajante.
Terminado el masaje, Xu Zhong apareció en escena y luego de una pequeña conversación después de años sin vernos, sus palabras textuales: “Lets go to drink something, you will love my car”
Exactamente 5 minutos despúes, viajaba en un Porche con la ventana baja y el brazo por fuera de la ventana y hablando de la macroeconomía Chino-Argentina con el CEO de una compañía de maquinaria para la construcción(Xu Zhong).
Viajar es un poco de eso, de estar listo para cualquier cosa que pueda pasar en el próximo minuto, para adaptarse a lo que está pasando, en ese momento, no hay mañana ni pasado, hay un presente que se te sube a los hombros y hay que mantenerse a flote en todo momento. Puede ser bueno, malo, muy bueno o muy malo. Todo en un viaje es posible, como en la vida, nada está escrito definitivamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario