Un blog por Alexis Paulise para viajar a través de las palabras que cuentan sobre lugares y experiencias
domingo, 24 de julio de 2011
Vida en Paris
Hoy 24 de julio, se cumplen 10 días desde que llegué a Paris. Los días van pasando uno tras otro y son como fichas de dominó, no paran, siguen y siguen y es cada vez más rápido y cada vez más impresionante.
París te atrapa, te envuelve, te habla, te abruma, te enloquece, te abruma, te tranquiliza y te transporta a un mundo simplemente bellísimo.
Todo aca es distinto, los detalles se encuentran en cada cosa, en cada rincón, en cada esquina. Navegar por sus calles es precioso, los ojos a veces no alcanzan para mirarlo todo. Mirar para un lado y es la Torre Eiffel, siempre la torre, y para otro lado es el Panteón, la Notre Dame, el museo de los Inválidos, el Louvre, la plaza de la Concorde con su hermoso o obelisco adornado con una punta dorada; el arco del Triunfo, desde donde no sólo se asoma como un Partenón entre todas las enormes avenidas parisinas, sino que también, ofrece la oportunidad de subir hasta arriba por unas estrechas escaleras de caracol y mirar Paris desde lo alto.
Mis días hasta ahora se repartieron entre distintos museos y caminatas emocionantes. Puedo contar del museo Cluny, que contiene todo lo que sea arte del medioevo, con su cereza de torta que es un grupo de 6 tapices de la Dama y el Unicornio, algo sin precente y sin explicación aparente. También puedo hablar del museo de arte decorativo, que entre sus tantas cosas, tiene piezas de arte y de decoración como estatuas, muebles y tapices desde la época medieval hasta los años 90. En París también pasa el museo Pompidou de arte contemporánea, donde se pueden encontrar obras de Picasso, Dalí, Douchamp, Pollock, Kandinsky, y muchos otros enormes nombres de la más reciente historia del arte. Se puede hablar del Louvre y su mona lisa entre miles de obras de los más grandes artistas de la historia, o se puede hablar del museo de Orsay, dedicado al impresionismo; con cuadros de Van Gohg, Gauguin, Monet, y muchos otros.
En esta ciudad, los puentes te hablan, te cuentan historias, te cuentan de estatuas doradas de ángeles, de enormes faroles y también te cuentan de millones de candados de enamorados puestos uno al lado del otro, con sus nombres en ellos y con historias que habrán desembarcado en puertos misteriosos.
París es todo eso y puedo seguir, puedo hablar de todas las iglesias de más de 600 años que se asoman entre los tejados y sus chimeneas, con vitraux, frescos preciosos, altares indescriptebles y órganos que abruman con su tamaño y belleza. Todos los rincones encierran algo, cuando no es una iglesia, es un museo, o una galería, una plaza famosa, un parque repleto de miles de árboles milimétricamente plantados, un camino de flores, o un lugar como el museo Rodin que es un jardin hermoso adornado nada más y nada menos con estatuas de este famoso escultor como por ejemplo, El Pensador.
Todo tiene su magia, las entradas del metro, las pequeñas callecitas que marean a cualquiera, los locos negocios de diseño independiente, las grandes avenidas. Todo es cada cosa y cada cosa es todo en esta ciudad de cientos de años de antiguedad; cuna de artistas, y dueña de cientos de bares y cafés con sus pequeñas mesas dispuestas en las estrechas veredas.
Por último, es recomendable parar en algun puesto y comprar una Crepe de Nutella y sentarse en un banco junto al Sena para disfrutarlo poco a poco. Mirar las lanchas y barcos pasar, las hojas amarillas volar de un lado a otro y sentir ese viento frío que es tan de acá, tan de verano en París.
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