Día 5, mes 7, año 2011. Aca estoy, justo en el corazón de Francia, en una pequeña ciudad llamada Chateauraux, esperando el tren a Toulouse. Puedo decir que lo único que me mantiene al tanto de la hora y la fecha, es mi reloj; más allá de eso, me encuentro totalmente desconectado. A diferencia de lo que creía, encontrar WIFI disponible o al menos un teléfono que permita hacer llamadas internacionales, es muy difícil. Por suerte, la gente es muy amable y logro comunicarme con las pocas frases de francés que aprendí en una semana en este país.
Hace unos minutos, estuve una hora esperando el tren en un pueblito llamadoVierzon, donde aproveché para buscar algo para comer y de paso recorrer. Vi a este lugar como como un sitio que sería como Mercedes en Argentina muy chico y todo a una caminata de distancia.
El paisaje que se ve desde el tren recuerda mucho al interior de la provincia de Buenos Aires, con extensas llanuras y suelos sembrados por doquier. Mucho de lo que diviso es trigo, maíz, y ya por esta zona se empiezan a ver algunos viñedos. No tenía planeado mi parada en estos lugares, pero la falta de asientos para ir de Tours a San Sebastián, me obligó a hacer un alto en Toulouse, lugar del cual partiré mañana 06/07, a las 09:00 aproximadamente, hacia Irún, España. No se nada de Irún, sólo que queda a 20 minutos de San Sebastián, y por la ubicación, estimo será pueblo fronterizo Franco-Español.
De tanto en tanto, entre los campos sembrados, aparecen hermosos pueblos atravesados por algún río serpenteante. Las casas parecen estar haciendo pie en la orilla, y el color que reina es verde, de los cientos de frondosos árboles. Si se mira con atención, en casi todos, se divisa una pequeña iglesia mayormente de estilo gótico; y a su alrededor, un entramado de calles y edificaciones a dos aguas con chimeneas que hacen sentir que el tiempo ahi no corre; que el tiempo los abandonó hace años, y ahi quedaron incrustados como si a nadie le importara.
Por momentos, el silencio en la plataforma del tren es total y absoluto, sólo siento el viento caliente chocar contra mis mejillas y se ve alguna que otra persona uscando su tren en la cartelera. Bien dije, “viento caliente”, debo decir que la temperatura es de unos insoportables 30 grados; y el sol es el amo y señor del cielo, las nubes todavía no ozan amenazar su reinado.
La mala noticia del día , a parte de la falta de comunicacioines, fue que por primera vez, tuve que pagar la reservación de un asiento para Irún; me costó 36 euros, número que excedió mi presupuesto de casi tres días. Afortundamente, el promedio de 5 euros por noche de alojamiento en camping; cocinarme mi comida; y una dieta abundante en sandwiches, me permiten tirar la chancleta y pagar esta suma para no quedarme varado.
muy bien alexis muy bien
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