viernes, 1 de diciembre de 2017

New Orleans, la colorida.

25 ° y anteojos de sol; así es el invierno en esta ciudad del estado de Luisiana en Estados Unidos. New Orleans es uno de esos nombres que nos remontan a viejos relatos o películas que vimos a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, poco se sabe, o al menos, poco sabía yo, sobre esta bellísima y tan peculiar ciudad.
Antigua colonia española y francesa, esta metrópolis es una conjunción de muchas culturas, colores y costumbres. Nada es estricto  en New Orleans, ni las formas de los edificios, ni el trasado de las calles, ni el comportamiento de la gente.
Con una visible mayoría de afroamericanos, la ciudad parece, desde el vamos, respirar un aire más relajado, des-estructurado, o casi diría, con más swing que otras metrólpolis como Houston o New York.
El área principal es el Barrio Francés (French Quartier). Ahí se encontrarán infinitos bares y restaurantes incrustados en fachadas franco españolas que resaltan balcones, verjas, colores vivos, mucha vida y por sobre todo, enormes galerías rodeadas de finas columnas.
Las calles se entrecruzan y la gente no deja de aparecer, mezclándose con desfiles callejeros y pequeños grupos de niños que hacen shows de percusión con baldes y cacerolas a cambio de una contribución a la gorra.
The French Quartier comprende varias manzanas, las cuales todas conservan su estilo e invitan a imaginar la vida de los últimos 200 años, cuando de carretas, largos vestidos y guerra civil se hablaba.
Porque también es eso, también es la historia cruda, la esclavitud, la rebelión, los distintos bandos y la constante lucha de los seres humanos por ser tratados nada más y nada menos que como seres humanos.
Con tanta música, tanta historia, tanto tambor, y tanta variedad gastronómica, el Barrio Francés es sin duda el destino de todo tipo de turistas, desde grupos de jóvenes, hasta familias enteras que deambulan asombradas.
No es necesario un itinerario fijo para conocer esta zona, vale la pena perderse y cruzarlo de lado a lado, pasando por sus peatonales, sus parques, la costa del río Mississipi, la feria; y el paseo en el tranvía.
Aquél que busque una caminata más conservadora, sin duda se sentirá más a gusto en el Garden District. Con mucha menos oferta gastronómica, cuenta con hermosas calles adornadas de inmensos árboles con troncos retorcidos y ramas larguísimas. Entre ellos, reposan bellísimas mansiones con un promedio de 150 años de antigüedad, que se encuentran en perfecto estado de conservación.
Cabe destacar que, a parte de sólo deambular, es aconsejable descubrir sus distintos tours disponibles, que los llevarán a algunas de las casonas y mansiones que según se dice, son testigos de constante actividad paranormal y guardan secretos de muertes, espíritus y asesinatos.
Como frutilla del postre, en esta tan variada ciudad, se puede visitar el museo de la segunda guerra mundial. Un complejo de 3 edificios con varios pisos de explicación interactiva, vídeos, relatos, y todo tipo de escenarios para recrear los distintos estadíos de la guerra, tanto en Europa, como en las lejanas aguas del Océano Pacifico.
New Orleans podrá no tener la infraestructura de otras grandes ciudades, pero es sin duda uno de esos lugares que no se olvidan, que invaden nuestros recueros con sólo mencionarlos, y que dejan una marca en el alma; la de la vida, el movimiento, y el colorido.


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