jueves, 17 de noviembre de 2011

Reflexión viajera...

Esta vez me acobijo entre lo verde y amarillo del pasto del Chaltén. Acabo de descubrir que a unos 30 cm de mí, hay una pequeña mariposa. Esta camuflada naranja y negra y casi como posando. Qué pequeña junto a mí que soy tan gigante en este sub-mundo. Tan gigante y tan diminuto a la vez, diminuto al pie de las montañas nevadas, clavadas en el horizonte, encerrando en un cuadro a las cabañas y las flores. A la distancia, forman un manto amarikllo que se escabulle por todos los rincones y se termina mezclando con el valle.
No pasa nada en esta tarde de jueves, no pasa más que esta brisa que huele a viento del más allá, de ahi donde se pierden los ojos y la vista se vuelve innecesaria. Porque lo que está más allá del horizonte llega como algo que se funde con el cuerpo, con los sentidos que parecen llenarse de todo, con eso de que aparezca un grupo de perros y salten la cerca, como ovejas, como perros oveja saltando una cerca de madera, y de repente estoy ahi cubierto de flores y de amigos peludos sedientos de caricias, revolcándose en el suelo puro, en el suelo terrozo. De repente no es nada más que eso y todo se vuelve nada, y la nada pierde el sentido, porque deja de existir, porque en este sub-mundo cada cosa es parte de cada otra cosa. Me pregunto qué es todo eso que tiene que pasar para que la "nada" vuelva a su curso ¿Qué es? Y creo que no es algo en particular, creo que es uno mismo el que decide, el que mira con "M" de mirar, y que siente con "S" de sentir; de dejar de esperar los sentimientos y empezar a vivir los sentimientos, a encontrarlos en cada cosa.
Eso es lo que tiene el viajar, que todo se vuelve importante, que lo cotidiano pierde forma y ya nada pasa de largo, nada es como ayer. Pero creo que lo que más sabor le da al viaje, es saber que se termina, que existe un volver a lo otro, al otro mundo. De otra forma, la falta de todos los días, termina por transformarse en un cotidiano, en una constante inconsistencia que acaba por aburrir, por mostrar como común lo raro. Y es en eso que la vida es tan hermosa, en eso de saber que se termina y que la oportunidad de vivirla es ahora y que el tiempo sigue cayendo en cascada. Habrá quien elija bañarse en la cascada y tirarse a tomar sol; y habrá quien se pose justo debajo de la corriente e intente beber toda el agua posible. Al fin y al cabo terminará por arrastrar las rocas y seremos todos parte del mismo río fundiendose en la pradera infinita.

1 comentario:

  1. Quiero estar cubierta de flores con peludos exigiendo mis caricias! Pronto, prontito.. Encantador al leerte.

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